Los peces de acuicultura alimentados tienen un riesgo prácticamente nulo de infección por Anisakis ya que se alimentan de pienso. En el caso de una infección fortuita las posibilidades de que el parásito persista en el pez son “bajas”, al menos en doradas, según los estudios llevados a cabo por científicos del departamento de Zoología Marina, ICBIBE, de la Universidad de Valencia, en el marco del proyecto ANITEST.
Las investigaciones del citado proyecto que acaba de finalizar han tenido por objeto analizar cómo afecta la infección por Anisakis en el caso de que se produzca una infección accidental.
Para el propósito del estudio, los investigadores infectaron de manera intencionada un grupo de doradas con larvas de Anisakis de la especie A. pegreffi obtenidas de bacaladillas. Tras un seguimiento histológico durante meses después de la infección y un seguimiento de la encapsulación encontraron que solo un 10,2% de las larvas del parásito llegaron a infectar a los peces a largo plazo. Estos parásitos, además, se encontraron únicamente sobre las vísceras y el tejido mesentérico, “nunca en el músculo” que es la parte que habitualmente es comestible.
Los parásitos en general, señalan los autores del trabajo, “fueron inofensivos para el pez”, a excepción de algunas hemorragias y respuesta inflamatoria que se observaron en las primeras etapas de la infección. Sin embargo, añaden, “estas desaparecieron conforme avanzaba la infección”.
Esto puede explicarse, como señalan, por una baja susceptibilidad de la dorada frente a anisakis, ya que “no todos los peces son igualmente idóneos para el parásito”, lo que a su vez apunta a que Anisakis no es tan infalible como se considera.